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Gloria Cecilia Salazar, dedicada desde hace un tiempo al cuidado de su mamá María Luisa, de 71 años, decidió emprender un oficio que le permitiera obtener recursos para mejorar la economía familiar. Con el apoyo de sus hermanos ingresó al Instituto Comfenalco y se inició en el arte de la modistería.

Se inscribió en los cursos de corte y confección de blusas, faldas y pantalones, particularmente en los orientados por la profesora Lesbia Alzáte, cuyo sistema de enseñanza le fue más práctico para aprender los detalles de la creación de estas prendas de vestir, así como las deportivas y los uniformes.

“Por sus tarifas económicas, el Instituto Comfenalco brinda oportunidades para todos, en especial para los afiliados. Ofrece una metodología práctica y efectiva para que los interesados en la confección de prendas básicas se capaciten con calidad” dice esta mujer de 47 años que estudió en el Instituto desde el año 2012, y ahora tiene su propio taller en su casa.

“Recuperé la máquina de coser de mi mamá, y en casa me dediqué a esta labor hace tres años. Puse un aviso en el que anunciaba el servicio de modistería y arreglos de ropa, y desde ese momento siempre tengo trabajito. Lo que me ha permitido comprar una fileteadora y otros elementos para el oficio. En la mañana ayudo con las labores del hogar y atiendo a mi mamá y en la tarde me dedico a mi oficio; hay semanas con mucho trabajo, otras no tanto y ahí voy”, añade con emoción Gloria Cecilia.

A comienzos de año, confeccionó quince uniformes para los niños de un jardín infantil del Instituto Colombiano De Bienestar Familiar. También cose su propia ropa y la de su mamá, y hace arreglos de pantalones y blusas que le llevan los vecinos del barrio.  Y cuando alguien le pide una prenda especial, saca los moldes de sus años de estudiante y busca el que más le sirva como base, porque de todas maneras ella siempre esta innovando para no repetir modelo. Algunos diseños son propios, porque es una buena dibujante desde su época de colegio en el Oficial Santa Teresa de Jesús.

Esta labor, que desempeña con mucho entusiasmo, no solo le ha servido para mejorar los ingresos económicos de su familia, sino también para fortalecer su autoestima. “Este trabajo me permite sentirme útil para la sociedad y para mi familia, porque cuando voy de paseo donde mis hermanos siempre les confecciono algo. A ellos les gusta lo detallista y ordenada que soy en el trabajo”.

Su sueño es asociarse en el futuro con algunas amigas que estudiaron en el Instituto Técnico de Educación Comfenalco, para crear una microempresa donde confeccionen uniformes de guarderías, delantales de profesores y prendas deportivas en mayor escala, y con la total calidad y presentación que aprendieron con la profesora Lesbia.

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